29.12.13
29.12.13 Proyectos arquitectónicos y sofismo
Desde que entré en la escuela, no he parado de oír en muchas clases de proyectos:
"Bueno, haz lo que quieras, pero justifícalo"
"No me importa si la idea es buena o mala, pero desarróllala hasta el final"
"Es un muy buen proyecto, pero falta mucho trabajo"
"La idea es muy discutible, pero yo no voy a entrar en eso: defínelo hasta el final y ya está."
Cuanto más lo pienso menos sentido tiene. ¿Cómo que la idea, el proyecto en sí, no importa, y sólo importa hasta qué punto está definido? Después nos quejamos de los proyectos que eran muy bonitos sobre el papel, pero que han sido un desastre. Después nos quejamos de que acabemos siendo delineantes/renderistas en grandes estudios, y no tomemos ninguna decisión proyectual.
"Todo vale, pero trabaja mucho."
En la grecia antigua, un grupo de pensadores defendía que no existía la verdad, y que a base de dialéctica y retórica se podría defender cualquier idea. Incluso la más falsa.
Eran llamados sofistas, solían pertenecer a clases altas, y lograron gran influencia. Incluso crearon una escuela: la gente llana se admiraba ante sus formalismos.
“Todo es relativo”
“La verdad no existe”
“Existen sólo opiniones, no verdades”
“Cada individuo percibe el mundo a su modo y conveniencia”.
Protágoras incluso insistía en "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", y eso es lo que muchas veces vemos en clase. Los peores proyectos suelen tener muchísimos detalles que te alejan de lo esencial, y suelen vestirse con una estética impresionante. Muchos compañeros incluso cambian las medidas de las cosas, esconden irregularidades de todo tipo, etc. "Total, ni se van a fijar en esto". Y suelen tener razón y obtener muy buenas calificaciones.
Lo que parece que hemos olvidado es que esta escuela no llego a nada. Sólo a educar charlatanes. La historia hizo justicia y el término sofista es hoy incluso peyorativo. Frente a pensadores que lucharon por la verdad, como Sócrates, Platón o Artistóteles, los sofistas pasaron de moda. Y sospecho que éso es lo que va a ocurrir con mucha de nuestra formación. Más bien ya ha empezado a pasar.
Nos educan en que hagamos mucho y pensemos poco. En que diseñemos láminas preciosas, no edificios. Importa más que sea bonito a que sea verdadero. Y luego nos quejamos de la situación de nuestra profesión...
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