Siempre he pensado que me gusta más el Coliseo como está ahora, en ruinas, que cuando estaba completo.
Es algo paradójico, pero que a veces ocurre. Hay formas tan armónicas, tan plenas, que llegan a ser obvias, aburren. Exactamente igual que en la música, donde los acordes mayores ya nos suenan demasiado armónicos, y se buscan tensiones dentro de ellos. La belleza hoy en día es ese equilibrio entre tensión y armonía.
En aquella época probablemente fuera lo que consideraban Bello, pero hoy en día algo tan redondo es demasiado simple. Sin llegar al deconstructivismo, una forma tan "pura" no nos divierte.
Quiero intentar que mi proyecto se quiebre un poco y no sea tan rígido, y creo que la entrada es el lugar perfecto. La forma puede romperse, enseñando una segunda piel e invitando a entrar, además de crear una zona desde done se pueda ver la parte al aire libre del anfiteatro, la escena, la biblioteca, el hall...una pasarela y ascensor desde donde se pueda ver el edificio en un vistazo.
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